5 - La Plana Justa y el Tesoro de Luca
El poblado de la Plana Justa
El poblado ibérico de la Plana Justa, descubierto por el museo el año 2000, ocupa una amplia vertiente orientada al sudeste, bajo del “cap gros” del Montgó. Se sitúa a unos 250 m. de altura y se extiende sobre una superficie de 35.000 m², que fue abancalada hacia el 1916, dentro del proyecto de la llamada “Colonia Agrícola del Montgó”.
El año 2006 se realizaron una serie de sondeos arqueológicos que mostraran como las transformaciones agrícolas y los procesos erosivos, habían trasformado y destruido gran parte del yacimiento. Así, son muy pocas las estructuras aparecidas, solo los restos de algunos muros, que en algún caso fueron reaprovechados por el moderno abancalamiento. Todos estos muros se apoyaban directamente sobre la roca natural, con unos paramentos de piedras calizas de tamaño medio, rectangulares y estrechas, y otros con piedras más pequeñas, que fueran trabadas con tierra.
Los restos arqueológicos recuperados muestran un conjunto cerámico bastante homogéneo. Las cerámicas hechas a mano son significativas pero muy escasas, y su fragmentación hace imposible la identificación tipológica. El resto del material, hecho a torno, se puede dividir en material importado y cerámica ibérica. En el primer grupo tenemos ánforas fenicias de finales del siglo VII y principios del siglo VI a.n. y copas griegas de barniz negro del siglo V a.n. La cerámica ibérica, muestra el repertorio de los siglos VI y V a.n. ya conocido en otros yacimientos: ánforas, jarras, platos, boles y urnas de orejetas, en ocasiones pintados, y algunas piezas de cerámica gris, como platos o copas. Además tenemos representada también la cerámica de cocina hecho a torno.
Se desprende pues, un panorama con dos grandes grupos cronológicos: las importaciones fenicias e imitaciones de estas producciones –dentro de este grupo se podria asociar la cerámica hecha a mano –. Y por otro lado, el grupo de cerámica de pastas más depuradas y cocciones más buenas, además de la cerámica gris, correspondientes a producciones del finales del siglo VI y todo el siglo V a las que podemos asociar las importaciones de barniz negro griego.
Estos dos grandes grupos cronológicos aparecen mezclados en los niveles excavados, por lo que inferimos que corresponden al abandono del asentamiento, fechada hacia finales del siglo V a.n.e.
Aparecen también fragmentos de piedra arenisca correspondientes a molinos domésticos -circulares o barquiformes-, y entre los materiales metálicos, destacan unas pinzas de bronce y algunos fragmentos de escoria de hierro.
EL TESORO IBÉRICO DE XÀBIA
El año 1904, en la finca del terrateniente Torres Orduña en la partida de Lluca, uno de los jornaleros que trabajaban desfondado las tierras, halló un conjunto de joyas de oro y plata a unos 50 cm. de profundidad dentro de una vasija de cerámica; hallazgo conocido como el Tesoro de Xàbia.
Después de diversas vicisitudes, el Tesoro fue comprado por el Estado siendo depositado en el museo arqueológico nacional de Madrid.
Forman este conjunto seis piezas de oro: una diadema de unos 133,6 gramos, un broche o colgante, un pulserita de cadeneta trenzada, y tres collares de oro de trenzado suelto. Las piezas de plata, menos relevantes, corresponden a un brazalete serpentiforme, tres cintas sin decorar y fragmentos de diversas cintas más.
El estudio de las piezas de oro, y especialmente la diadema, permiten considerar el tesoro como un conjunto de producción ibérica, de influencia tartesica-orientalizante, que utiliza técnicas desarrolladas en Grecia.
La cronología del Tesoro, tanto como su origen, han sido muy discutidas. Actualmente, basándose en sus características técnicas, se data a principios del siglo IV antes de nuestra era.
Este conjunto de joyas, como el Tesoro del Montgó o el más reciente Tesoro de la Penya de l’Àguila, hallado el año 1999, corresponden a ocultaciones que hemos de relacionar con momentos de inestabilidad, pero que al mismo tiempo son claros indicadores de la importancia de estas tierras durante la época ibérica.